Desde principios del mes de marzo 2014, en tierramor.org estamos publicando este texto, un párrafo a la vez. El próximo comentario, la segunda entrega de “Hacia una (agri-)cultura regenerativa y resiliente” tratará los temas: Balance Nutricional – El ABC de la Agricultura Orgánica – Diseño Hidrológico Keyline; sale al ciberespacio el día viernes, 30 de Mayo 2014
El ensayo comenzó a escribirse en Octubre 2011, cuando me pidieron un texto sobre la milpa (policultivo basado en el maíz), una práctica ancestral sostenible de la población indígena de México y Mesoamérica, que todavía sobrevive en muchas zonas como forma de manejo agrícola y producción de alimentos. Avanzando, decidí recopilar e incluir algunas investigaciones personales en campos académicos como la historia ecológica y la ecología de sistemas. Una versión preliminar fue publicado en Septiembre y Octubre del 2012 en tierramor.org. Algunas partes del texto, se publicaron en 2013 en la revista virtual sobre energía de “Ecopráctica Permacultura” en Argentina, bajo el título “Las tres revoluciones”.(1)
Veo la necesidad de desarrollar progresivamente una “nueva historia” que tenga relevancia en el futuro, marcado por el descenso energético y cambio climático, donde cada vez se hacen mas evidentes las relaciones entre energía, recursos naturales, estabilidad climática y de los ecosistemas, y la complejidad que pueden alcancar y sostener nuestras sociedades a través del tiempo. Reviso algunos factores que llevaron a nuestra civilización a la actual crisis ecológica, económica y social, explorando senderos más allá de las propuestas corrientes en torno a la sustentabilidad. Poniendo atención especial en los sistemas de agricultura, que resuelve una necesidad clave de la humanidad: la producción de alimentos. Todo esto, se pone en contexto de la situación en México, país que habito por más de dos décadas, y donde he realizado la mayor parte de mis estudios, aprendizajes, proyectos y prácticas en el ámbito del diseño de sistemas ecológicos.
La sociedad de crecimiento industrial depende de la abundancia de energía y recursos, renovables y no-renovables, para funcionar como lo hace actualmente. Al ir descendiendo la disponibilidad de estos a través de los próximos años y décadas, tendremos que realizar cambios profundos en nuestra cultura y la manera de relacionarnos con los ecosistemas, para poder sostener a nuestras familias y comunidades en un escenario de contracción permanente.
Los sistemas tradicionales y pre-industriales, pueden ser una fuente de inspiración ya que nos reflejan patrones de diseño, que funcionan con una base renovable de recursos y energía. Pero un simple regreso a las prácticas pasadas no puede ser la respuesta a los desafíos que nos aguardan el futuro. Propongo algunas herramientas útiles, basadas en principios éticos y ecológicos, que pueden apoyar una transición creativa de una sociedad de crecimiento y consumo hacia una cultura que sostiene la vida y regenera la tierra.
Nota biográfica-
Holger Hieronimi- Diseñador de sistemas ecológicos; autor, jardinero, compostero, facilitador de conferencias, talleres, cursos, seminarios de “vida holística”, regeneración ecológica, permacultura, desde 1997; editor de la página en internet www.tierramor.org desde 2002; Vive con su familia en una pequeña mini-granja, en Michoacán, México. (curiculum vitae/ biografía)
Ilustración 2– por Alejandro, tomado del manual “El huerto familiar”, Colección Tierra Viva, Ecosolar A.C.
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I. Introducción – Nota biográfica– |
II. Perspectiva histórica |
III. ¿Agricultura sostenible? |
IV. Culturas regenerativas pre-industriales |
V. Agricultura sostenible prehispánica en México y Mesoamérica |
VI. La tercera revolución energética: quemando carbón prehistórico |
VII. Los límites al crecimiento |
VIII. México (y el mundo): desafíos & oportunidades |
IX. Permacultura y pensamiento sistémico |
X. Hacia una (agri-)cultura regenerativa y resiliente |
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XI. Economía: administrar la casa |
XII. El Poder de la Comunidad |
XIII. Ecología profunda |
Notas y referencias |
Ilustración 3– recolectores y cazadores; fuente: Wikipedia
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Hay una relación íntima entre el paisaje y las comunidades que están asentadas en ellas. Como cualquier ser vivo, la especie humana necesita interactuar y adaptarse a su entorno para sobrevivir y prosperar. Depende de un cierto entendimiento de los ecosistemas de los cuales forma parte, para asegurarse de su agua, alimento, cobijo, leña y vivienda, para protegerse de depredadores y contra los eventos climáticos adversos. Relacionarse con la naturaleza, descifrar y vivir de acuerdo a sus patrones, ciclos y pulsos e interactuar productivamente con ella, fueron habilidades esenciales, incluso desde antes que los ancestros del homo sapiens descendieron de los arboles, hace aproximadamente dos millones de años, para iniciar otra fase en su camino evolutivo en la tierra.
Una disciplina académica denominada historia ecológica, nos puede ayudar a la hora de explicar el fulminante “éxito” de los humanos, quienes tuvieron, en sus inicios, un papel bastante marginal dentro del concierto de la vida, solo para convertirse cientos de miles de años después, en la especie “clave” con impactos a escala geológica en el sistema terrestre. Todo esto se desarrolló en relación con las tres “revoluciones energéticas” que protagonizó el homo sapiens.(2)
La primera sucedió, cuando nuestros ancestros aprendieron a controlar el fuego. El dominio del fuego, es decir, la explotación de la energía solar almacenada en la biomasa de los árboles, fue lo primero que nos distinguió de otros animales que caminaban sobre el planeta. Nos permitió acceder a toda una nueva gama de alimentos silvestres, que no pueden consumirse sin cocción, y además hizo posible salirnos de las selvas húmedas de África, para aprender a vivir en regiones más frías.
La segunda “revolución energética” sucedió hace aproximadamente 10.000 años. Tras una larga era de hielo, de más de cien mil años de duración, inició el presente periodo geológico. Me gusta llamarlo “inter-glacial”, porque la historia geológica sugiere, que durante los últimos 1.6 millones de años (también llamado cuaternario) prevaleció un patrón pulsante bastante estable, en el clima de la tierra: Largas “eras hielo” de entre 100 y 150 mil de años de duración, alternados por eras “inter glaciales” mas breves, con temperaturas más elevadas, de entre 10 y 15 mil años de duración.
Las sociedades humanas, organizadas como recolectores y cazadores nómadas, ya estaban establecidas en casi todos los continentes. Patrones climáticos estables y temperaturas más elevadas, en combinación con suelos vírgenes y fértiles , hicieron posible que nuestros ancestros comenzaran simultáneamente en diferentes regiones del planeta, a “domesticar” (es decir: controlar y modificar para su beneficio) parte de la flora y fauna, iniciando así la práctica de la agricultura. Ésta a su vez hizo posible y necesario, que los humanos se volvieran más sedentarios y se congregaran en caseríos, pueblos, ciudades, más adelante en estados, naciones, imperios… sentando las bases para lo que hoy llamamos “civilizaciones complejas”-
Ilustración 4– Agricultores prehispanicos; fuente: http://www.primariatic.sep.gob.mx/
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En Asia, grandes culturas milenarias crecieron gracias a la domesticación y cultivo de arroz. En Medio Oriente, el Norte de África y posteriormente Europa, ciudades, estados e imperios ganaron poder y control, apoyados por el trigo, centeno, avena y cebada. En el sur del continente americano, se domesticaron la papa y la quinoa, en Mesoamérica, en los suelos ricos del eje neo volcánico, se logró lo que posteriormente algunos biólogos llamaron la primera manipulación genética de la humanidad: el maíz es, quizás, el más enigmático de todos los cereales, por tener tan poca similitud con sus ancestros silvestres. Su domesticación y cultivo fueron el fundamento de por lo menos una docena de civilizaciones complejas. Olmecas, Toltecas, Mayas, Aztecas y otros tantos, hicieron su aparición en el escenario, a través de más de cinco milenios. (3)
III. ¿Agricultura sostenible?-
Ilustración 5– Campesino arando. Pintura en la tumba de Sennedyem, ca. 1200 a. C. Egipto; fuente: Wikipedia
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Fue la agricultura, esta segunda “revolución energética” protagonizada por el homo sapiens, la cual proporcionó el fundamento para la especialización, estructuras de clases, ciudades, estados, gobiernos, ejércitos, monumentos, religiones, lenguas escritas, ciencia…
La base energética de las sociedades basadas en la agricultura, son la luz solar en combinación con la riqueza mineral y biológica de los suelos. Los nutrientes obtenidos a través de cultivos anuales, son más concentrados en comparación con frutas y hojas forrajeadas del bosque, y la proteína animal que se cosecha mediante la caza. Por otro lado, la agricultura exige mucho trabajo y organización colectiva para preparar y mantener los campos, para almacenar, cuidar y distribuir las cosechas, para orientarse en el tiempo. (Los calendarios fueron de gran importancia para las sociedades dependientes de la agricultura, pudiendo así determinar las mejores fechas para siembra y cosecha)
Ilustración 6– Las Islas de Pascua – quizás uno de los ejempoos mas espectaculares del colapso de una civilización, por sobre-explotación de recursos (ver referencia 3); fuente: Wikipedia
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También se puede observar un patrón recurrente, una característica muy especial del homo sapiens: un “apetito voraz por la energía concentrada”, en otras palabras, nos gusta hacer más con menos trabajo. Una voracidad que nos incita a la sobre-explotación de nuestros ecosistemas, permitiendo lo que, a corto plazo, parece un impresionante aumento de sofisticación, poder y complejidad de las sociedades, sin embargo a largo plazo el resultado ha sido, caídas a veces catastróficas y colapsos espectaculares.(4)
Este fenómeno no es nada nuevo bajo el sol. La historia está llena de imperios pasados, que crecieron y colapsaron, porque sobre-explotaron la base de recursos que los sostenía. Esto sucedió a diferentes escalas y en todas las regiones del planeta donde se ha practicado la agricultura de campos de cultivo.
IV. Culturas regenerativas pre-industriales-
Menos documentadas en este contexto, son las lecciones que ciertas culturas aprendieron a través del tiempo, para escaparse de lo que a primera vista pueda parecer una regla ineludible de todas las civilizaciones basadas en la agricultura. Pero así como tenemos muchos ejemplos de grandes civilizaciones que desaparecieron súbitamente por el mal manejo de sus suelos y otros recursos claves, también existen ejemplos en todos los continentes, donde las comunidades humanas establecieron éticas, prácticas y comportamientos, que lograron no solo mantener, sino aumentar la riqueza biológica y mineral de los ecosistemas. De esta manera podían asegurar su permanencia en la tierra por milenios.
Estas culturas pre-industriales sostenibles, muchas veces son ignoradas por nuestros historiadores, pues raramente llegan a erigirse como imperios, y muy pocas veces deciden gastar su energía para construir obras de prestigio como monumentos, templos o pirámides. Más bien, estas culturas nos heredan grandes tradiciones espirituales, música, arte, cuentos e historias, y principios éticos, donde se habla de simplicidad, disciplina, austeridad y humildad. Su legado son suelos fértiles, bosques sanos y ecosistemas bien cuidados, todas características mucho menos obvias para una cultura obsesionada por lo grande y extravagante como la nuestra.
Ilustración 7 – Terrazas de cultivos con arroz en la provincia de Yunnan, China; fuernte: Wikipedia |
En todo el mundo donde hubo culturas milenarias, hay ejemplos que nos cuentan esta historia: podemos mencionar los arrozales en terrazas que los chinos construyeron y mantuvieron durante miles de años y más importante aún, la costumbre de recolectar y reciclar todo el estiércol humano. Estas prácticas sostenibles seguramente fueron establecidas a partir de experiencias dolorosas. Para sostener una alta densidad de población se necesita reciclar TODOS los nutrientes, evitando fugas y desperdicio, asegurando así la productividad de las tierras a largo plazo. Estas y otras prácticas contribuyeron a que la agricultura fuera un emprendimiento relativamente sostenible a través de los milenios, algo que pocas civilizaciones complejas resolvieron con tanta elegancia como los agricultores de China, Corea y Japón. (5)
Una forma bastante sofisticada de agricultura permanente se ha podido observar en las alturas de Nueva Guinea, donde la gente renovó la fertilidad natural con la quema selectiva del bosque para hacer huertos, los cuales a su vez, imitaron la estructura de la selva e integraron árboles llamados “madres del bosque” (especies pioneras, que proveían la semilla para regresar del huerto a la selva una vez que se había agotado su fertilidad). Estudios ecológicos detallados (6) de estos huertos antes de la modernización demuestran, que era la forma de agricultura más eficiente al nivel energético que se ha estudiado hasta el momento. Hasta hace muy poco, estos huertos, en conjunto con las selvas que los rodeaban, proveían la totalidad de las necesidades para una de las zonas rurales más densamente pobladas en el mundo.
Ilustración 8: A la derecha, un suelo pobre en nutrientes, típico de la cuenca amazónica (oxisol); a la izquierda, oxisol transformado en terra preta fértil- fuente: http://www.biochar.info |
También en las Américas, diversas culturas indígenas habían avanzado significativamente en el desarrollo de sistemas sostenibles para la producción de alimentos. Uno de los ejemplos, quizás, más espectaculares de una agricultura regenerativa practicada por antiguas culturas indígenas, fue recientemente puesto en evidencia a través de los depósitos de terra preta en el Amazonas: los suelos ricos en materia orgánica, carbón y nutrientes, de varios metros de profundidad, en amplias zonas de la selva amazónica (con suelos naturalmente delgados y poco fértiles) fueron literalmente creados (“cultivados”), por las sociedades densamente pobladas que vivieron allí durante más de tres milenios. Esta civilización sucumbió súbitamente ante la llegada de nuevas enfermedades traídas por los europeos, mucho antes de haber sido “descubierta” o “conquistada” por estos.(7)
V. Agricultura sostenible prehispánica en México y Mesoamérica
Ilustración 9: Pintura de Chinampa prehispánica – fuente: http://culturacolectiva.com/las-chinampas-paisaje-en-extincion/ |
El último ejemplo ilustra una de las razones por las cuales sabemos tan poco acerca de las antiguas prácticas de agricultura en las Américas. La llegada de los europeos (una cultura bastante atrasada en conocimientos sobre manejo de suelos y fertilidad) provocó una de las más grandes re-configuraciones de ecosistemas que sucedieron en los últimos 10.000 años.(8) El impacto del encuentro entre las dos culturas fue devastador para las comunidades nativas: más del 95% de la población indígena de América (algunos historiadores confirman que fueron hasta más del 98%), desapareció durante el primer siglo después de la llegada de los europeos, siendo su falta de inmunidad a las enfermedades traídas por estos, una de las principales causas de este dramático descenso.(9)
Cuando Hernán Cortez pisó por primera vez suelo mexicano, la población nativa era de entre 25 y 30 millones, en lo que hoy es el territorio nacional. Fue, en su tiempo, una de las zonas más densamente pobladas del planeta. Para sostener a tanta gente y además apoyar una civilización compleja y sofisticada, con toda seguridad había un manejo muy avanzado de la fertilidad de los suelos. (10) Podemos suponer, que muchos de estos conocimientos se perdieron con la desaparición los guardianes de estas prácticas. Todo el ecosistema se estaba transformando con la misma rapidez con la que desvanecieron los antiguos habitantes y sus conocimientos ancestrales acerca del manejo de las tierras, de cara a la llegada de nuevas especies y enfermedades, la tala indiscriminada de árboles para operar las minas de oro y plata, la introducción del arado , de nuevos cultivos y animales como el caballo, puerco, chivo, borrego, y vaca (con sus pastos y enfermedades asociados).
Ilustración 10: Zonas de Chinampas en San Gregorio Atapùlco y San Luis, durante los años noventa – fuente: http://www.chinampas.info/ |
Algunas técnicas, prácticas y conocimientos, sin embargo, se mantuvieron vivos hasta el día de hoy, en algunos casos, porque su funcionalidad y eficiencia fue reconocida por los conquistadores, y otras veces, porque perduraron en las remotas selvas, sierras y montañas, resguardadas durante siglos por la población indígena sobreviviente. Estudiando más de cerca estos antiguos sistemas de manejo agrícola, podemos darnos una idea de su gran sofisticación y productividad. Un ejemplo son las chinampas, cultivos intensivos dentro de las partes poco profundas de los lagos, islas construidas con bases de ramas y lodos fértiles excavados del fondo, sobre las cuales se establece un sistema de policultivo con granos, legumbres, arbustos y árboles frutales. Funcionó durante siglos, apoyando a la ciudad de Tenochtitlán, con cientos de miles de habitantes, y todavía hoy se practica en algunas zonas del sur de la Ciudad de México.
Ilustración 11: Maíz, frilól y calabaza – Policultivo orgánico establecido por tierramor, en el ejido de Arocutin, Mpio de Erongarñícuaro, Michoacán, Octubre 2012 – ver “Campesinos Posmodernos” – foto del autor |
Otro ejemplo de agricultura sostenible pre-hispánica practicado hasta hoy por la población indígena de México y Mesoamérica es la milpa, un sistema de policultivo de régimen pluvial, en el cual el maíz, el frijol y la calabaza (las tres hermanas) se combinan con una gran diversidad de plantas anuales y perennes, incluyendo otros granos, legumbres, frutas, verduras, plantas medicinales, arbustos, trepadoras y árboles (frutales y para madera/ leña). Su diseño y las especies que se incluyen, varían mucho dependiendo del clima, el ecosistema y la cultura local. Sus características se asemejan más a conceptos agrícolas que hoy se definen como “agroforestería” o “bosque comestible”, y tienen menos en común con la agricultura del tipo europeo practicada en campos de cultivo. El sistema está conformado por un ciclo de perturbaciones antropogénicas seguido por un periodo de descanso en donde la tierra se abandona a la regeneración natural. Todavía es implementado en muchas zonas rurales de México y su producción es, por lo general, para el autoconsumo. Además de su importancia para la nutrición—la milpa provee alrededor del 65% de las proteínas y 71% de las calorías que consumen los campesinos mexicanos (11) —, la cultura —la mayoría de las ceremonias religiosas están relacionadas con las prácticas agrícolas y son desarrolladas de manera comunitaria— y social —el maíz define aspectos de tenencia de la tierra, relaciones de reciprocidad y otras interacciones sociales —, la gente suele dedicar gran parte de sus horas laborables a las diferentes actividades que se desarrollan en la milpa.(12)
Estas formas de trabajar la tierra regenerándola, seguramente se hubieran investigado y popularizado nuevamente con el lento crecimiento de la población de México, después del colapso indígena, pero a mediados del siglo XVIII, la especie humana entró en otra etapa de su búsqueda para adquirir y usar más energía, quedando casi en olvido por dos siglos más, este y tantos otros sistemas tradicionales altamente productivos y sostenibles.
Ilustración 12: Cygnet, Ohio, in Wood County, EEUU – Ohio era una ciudad floreciente industria del petróleo, cuando esta foto fue tomada en 1885. – Fuente: Wikipedia |
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Ilustracion 13: Uno de los primeros tractores (1902) – fuente: Wikipedia
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Ilustración 14: Julius Hensel
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Ilustración 15: Rudolf Steiner en 1905.
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VI. La tercera revolución energética: quemando carbón prehistórico
La tercera “revolución energética” que experimentó nuestra especie, hoy la llamamos “revolución industrial”. Se basó en la explotación y quema de los combustibles fósiles, primero carbón, luego petróleo y gas natural. Los humanos comenzamos a cosechar y utilizar para nuestro beneficio, depósitos geológicos de energía solar, almacenados en biomasa durante cientos de millones de años a través de la fotosíntesis, pasando por complejos procesos geológicos que las concentraron, los cuales a su vez tardaron decenas de millones de años.
Pocas personas hoy en día estamos conscientes del poder que representan los combustibles fósiles en nuestros sistemas y cómo éstos han cambiado la estructura, cultura y funcionamiento de las sociedades hasta el más pequeño detalle, durante los últimos trescientos años. El “apetito voraz por energía concentrada”, ahora se ganó la “lotería energética”: millones de años de energía solar, listos para usar perforando un pozo o excavando la tierra!(13). Iniciada a finales del siglo XVIII en Inglaterra, la revolución industrial fue posible, en principio, por los grandes depósitos de carbón fósil en Europa. Sin embargo, los granos importados de las colonias en las Américas y África, fueron claves en esta transición. La industrialización demandaba mano de obra, esto hizo que menos personas trabajen en la producción de alimentos. Creció la presión sobre el campo para producir más con menos manos, empujando a su vez a la mecanización.
A finales del siglo XIX, los agricultores de Europa y Estados Unidos comenzaron a experimentar serios problemas de fertilidad en sus suelos. Se estudió entonces más seriamente el asunto de la fertilidad, como conservarla y regenerarla. De esta época datan algunas de las mejores propuestas para una agricultura sostenible concebidas en el occidente, por ejemplo la mineralización de suelos con harinas de rocas, investigada por Julius Hensel (14), el reconocimiento de la importancia de cosechas de árboles y especies perennes para la producción de alimentos, que mas tarde llevó a la agroforestería (15), o la agricultura biodinámica de Rudolf Steiner.
Sin embargo, al mismo tiempo inició otra corriente en la agricultura moderna, la cual se encaminaba para usar grandes cantidades de energía (aparentemente abundante e interminable) para sintetizar lo que se consideraba “nutrientes mayores”, y hacerlos accesibles en forma soluble. Por ejemplo, a través del procedimiento Haber-Bosch, se podía atrapar el nitrógeno de la atmósfera, para convertirlo primero en explosivo (y pelear dos guerras mundiales), y después producir fertilizante de nitrato, buscando así recompensar la fertilidad en declive por el manejo intensivo de los suelos. (16)
Ilustración 15: El aumento del uso de plaguicidas, herbicidas y fertilizantes, y nuevas variedades de cultivos “mejorados”, se emplearon en las décadas después de la Segunda Guerra Mundial, a costa de las salud de los suelos y la independencia del agricultor. Fuente: Wikipedia
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En México, como en todo el mundo, se comenzó a promover la agricultura industrial (la así llamada “revolución verde”) a partir de los años cincuenta y sesenta. Marcó cambios profundos en la vida del agricultor, con la promoción masiva de los “paquetes tecnológicos”, fertilizantes sintéticos, semillas “mejoradas”, agroquímicos y tractores. Los campesinos fueron hechos dependientes de un sistema de insumos, que había que comprar a las corporaciones. Por supuesto, al principio parecía funcionar. El maíz crecía grande y la producción se disparó, durante unos pocos años. Después aparecieron extrañas plagas para las que había que aplicar venenos, ofrecidos por las mismas corporaciones. Poco a poco cambiaron las prácticas para trabajar el campo. Se dejaron de usar los caballos y los bueyes para labrar, empleando tractores. Los suelos se comenzaban a degradar y erosionar, por falta de materia orgánica, exceso de nutrientes solubles, y la aplicación de herbicidas y pesticidas. Los quelites y otros cultivos asociados desaparecieron de las milpas (y de la alimentación de la gente), la diversidad de las especies cultivadas (y silvestres) se reducía paulatinamente, hasta quedar el monocultivo de maíz. A través de los años, se incrementó la cantidad de fertilizante para que el cultivo diera resultados. El productor ahora tiene que producir para un mercado, en vez de para su familia y su comunidad.
En 1971, se descubre en el Golfo de México el campo petrolero súper-gigante llamado Cantarell. Fue en su momento uno de los yacimentos de petroleo más grandes del mundo. Entrando en producción en 1979, este “tesoro energético”, y el destino de su riqueza, dan un nuevo giro a las relaciones bilaterales entre México y su poderoso vecino del norte. El Tratado de Libre Comercio (TLC o NAFTA por sus siglas en inglés) a partir del 1994, fue muy desventajoso para los pequeños agricultores. El productor tenía que enfrentar la competencia de las grandes corporaciones y el maíz importando (y transgénico) de EEUU, producto de una agricultura industrial a gran escala, subsidiada por energía barata y políticas que favorecían a los así llamados “agronegocios”. Es interesante observar como paralelamente se dispara la migración masiva hacia las grandes ciudades y a los Estados Unidos.
Una Breve Historia de los Combustibles Fósiles. Una pelicula breve con Traducción al español del video del Post Carbon Institute’s (http://www.postcarbon.org/) Titulo original: ‘300 years of fossil fuels in 300 seconds’. |
VII. Los límites al crecimiento-
El mito del crecimiento y progreso sin fin, mostró sus primeras fisuras durante la década de los setenta, por sucesos que bien advirtieron la amenaza en puerta para los sistemas industriales. En 1970, la producción petrolera de EEUU (por aquél entonces el más grande productor del mundo) llegó a su cenit histórico. En 1971 se publicó el reporte del “Club de Roma”, titulado “Los Limites del Crecimiento”(17). Las crisis petroleras provocadas por eventos políticos, en 1973 y 1979, iniciaron un breve periodo de recesión económica para las naciones industrializadas. En este tiempo surgieron fuertes cuestionamientos acera del modelo de crecimiento perpetuo y la sustentabilidad de la civilización industrial. El tema de la energía y recursos, y sus eventuales limites, por primera vez recibió atención en las sociedades del así llamado “primer mundo”, lo cual resultó en algunas iniciativas (e investigaciones) serias en búsqueda de modelos alternativos, en ámbitos como por ejemplo las tecnologías apropiadas y las comunidades intencionales (mas tarde llamadas ecoaldeas). Se revisaron y actualizaron conceptos de la “ola anterior” en torno a la sustentabilidad, como la agricultura biodinámica de Rudolf Steiner, o los principios de agroforestería analizados por Russel Smith (18) y otros. |
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También se articularon novedosos conceptos agrícolas alternativos como agricultura biológica, orgánica, sinérgica, natural, el cultivo biointensivo, y filosofías con un enfoque holístico, como bioregionalismo, ecología profunda y permacultura. Sin embargo, en los años ochenta, la imposición del modelo neoliberal, a la par del colapso del bloque socialista y la revolución informática, inyectaron al mundo occidental otros treinta años de crecimiento económico y un consumismo cada vez más voraz y desenfrenado (a costa de los recursos naturales y ecosistemas al nivel global), silenciando temporalmente el grito de las evidencias que advertían limites al crecimiento, consumo y expansión. Durante los años noventa, el consenso científico emergente en torno al cambio climático, inicia un nuevo debate en relación con el impacto de la civilización industrial, ahora no tanto por límites de recursos, sino motivado por los límites del sistema terrestre para absorber los desechos de la expansión humana. |
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Finalmente, durante la primera década del nuevo milenio, crece la evidencia de una crisis sistémica, energética y ecológica al mismo tiempo, la cual a su vez representa una seria amenaza para los sistemas industriales dependientes de combustibles fósiles y climas estables, incluyendo los que tienen que ver con la producción de alimentos: la energía barata es el ingrediente básico para elaborar los fertilizantes, herbicidas, pesticidas, para operar tractores y demás maquinaria, para cosechar, almacenar, procesar y distribuir los productos a través de los mercados globales. Además, el sistema de agricultura en campos de cultivo, depende de patrones climáticos estables y confiables, algo que tampoco tenemos garantizado en el futuro. Los aumentos considerables que hemos observado recientemente en los precios de los alimentos, son los primeros signos de una crisis alimentaria directamente relacionada con el cambio climático y la crisis de recursos.
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VIII. México (y el mundo): desafíos & oportunidades-
Bajo esta perspectiva, podemos revisar algunos aspectos de la situación que enfrenta México en relación con el tema principal de este artículo: las interacciones entre energía, agricultura y sociedad. Entender mejor estas relaciones, puede llevarnos a una comprensión más profunda de los desafíos y oportunidades que nos aguardan el futuro. Me parece útil comenzar desde una lectura de los patrones más generales, la “perpectiva amplia”, la “imágen grande” (inglés “big picture”). A partir de allí, se pueden detallar los escenarios dependiendo del contexto, región, clima, cultura, y otros factores. El “lente energético” es una ayuda para leer el paisaje socio-cultural desde multiples perspectivas, trascendiendo especialidades y disciplinas. Con un poco de imaginación, podemos ajustar el panorama que busco trazar para México, a otras regiones de Latinoamerica y del mundo-
México es un país petrolero, la riqueza en hidrocarburos ha sido clave en el desarrollo del país durante el último siglo y medio. La producción petrolera llegó a su cenit, en algún momento entre 2003 y 2005, siendo el declive anual uno de los más pronunciados en el mundo.(19) Los límites geológicos son un componente a menudo subestimado a la hora de identificar los orígenes de la crisis económica y social por la cual está pasando el país (y el mundo entero) en estos momentos. Por lo general buscamos las causas en el ámbito humano, como en las estructuras de poder, la política y el sistema económico. Sin ignorar la importancia que tienen estos sistemas en acentuar con sus decisiones y acciones los síntomas de la crisis, hay que considerar que también son subproducto de los recursos que nos puede entregar la tierra. Una vez que su disponibilidad y abundancia disminuye, el modelo industrial de crecimiento perpetuo, con su economía y sistemas de gobernanza globalizados, no son viables.
Ilustración 19: México: La producción petrolífica alcanzó su máximo en 2004 y ahora está en declive – fuente: Wikipedia, ver AQUI los detalles
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Ilustración 20: México: Reservas de probadas en millones de barriles – fuente: Wikipedia, ver AQUI detalles
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La población de México creció de 30 millones de habitantes en 1960, a casi 120 millones en 2010. Más de la mitad de ésta, vive ahora en las grandes ciudades. Hace cincuenta años, la población de México era rural y campesina, se exportaban alimentos. Hoy, México es dependiente de la importación de maíz, frijol, trigo y otras “comodidades”. La agricultura promovida por parte del gobierno e instituciones, sigue apostando a los diversos modelos de producción a gran escala, dependiente de energía concentrada en forma de combustibles, insumos, “paquetes tecnológicos”, y cada vez más de las semillas hibridas y transgénicas controladas por las corporaciones trasnacionales. Mas allá del comportamiento disfuncional y poco ético de este sistema, el asunto fundamental es que estas formas de producción alimenticia son vulnerables a fenómenos climáticos extremos y, sobre todo, su rendimiento energético es negativo (20), lo cual los hace inviables en un escenario de contracción económica y descenso energético.
Para empezar, será difícil mantener la actual estructura de nuestra sociedad, donde menos del 5% de la población (en los países así llamados “desarrollados”, son menos del 2%) se dedica a la producción de alimentos, y todos comemos. En un escenario de contracción, cada vez más personas se tendrán que transformar en productores de alimentos, comprometidos con la regeneración de suelos, ya que a largo plazo, es la salud y productividad de la tierra lo que determinan (y limitan) la prosperidad y el desarrollo de las civilizaciones.(21)
Ilustración 21: Trabajos pioneros de agricultura orgánica a escala familiar y campesina, ver “Campesinos Posmodernos”
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Como en todo el mundo, los precios de energía y por ende de los alimentos seguirán su tendencia en alza, con fluctuaciones a veces pronunciadas por los precios de combustibles, olas especulativas o fenómenos políticos y/o climáticos. Las industrias primarias y las economías rurales, se verán favorecidas en este contexto. Al ser los productos importados cada vez más caros y difíciles de obtener, nuevamente la producción local y bioregional tendrá que abastecer las necesidades de la gente. La agricultura orgánica y de bajos insumos es energéticamente más productiva que la “convencional”, por no depender de los agroquímicos ni mucha maquinaria. Podemos prepararnos para una gran demanda hacia prácticas y técnicas eficientes de agricultura orgánica, diseño hidrológico, horticultura a escala familiar, permacultura, etc. Los que hoy se entrenan en estas disciplinas (las cuales por lo general no se enseñan en las escuelas ni las universidades), quizás tendrán mucho trabajo en el futuro.
Con el aumento de los costos de la energía, se reduce la movilidad de la gente y de los bienes. Esto da un estímulo para la conservación de la energía y los recursos no renovables. Diseños que integran este aspecto energético, tendrán una ventaja competitiva comparada con los que no consideran estos límites.
En este escenario, los productos locales son más competitivos que los importados. Se reduce el desperdicio, dando un estimulo para la autosuficiencia, la reparación, la reutilización y el reciclaje. Menos movilidad también abre la oportunidad para incrementar la interacción y el intercambio en las comunidades y vecindades, reactivando la economía local y del hogar, revirtiendo la tendencia hacia la globalización predominante durante las últimas décadas. De esta forma, se reducen también las emisiones de dióxido de carbono (mucho más rápidamente y a menor costo, que a través de la política o la tecnología).
Ilustración 22: Celebrando los productos y el comenrcio local: Feria Alternativa, el muelle de Uranden, Lago de Patycuaro, Michoacán, en Septiembre 2013
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En muchas zonas de México y del mundo, donde la crisis se está profundizando en estos momentos, la gente se ve forzada hacia una progresiva relocalización de sus actividades. A través del tiempo, esto trasladará más poder hacia las comunidades organizadas. Puede ser que esto aumente el respeto hacia las personas que tienen habilidades prácticas y de autosuficiencia. Como cada vez menos transporte y trabajo pueden realizarse con la ayuda de motores eléctricos y de combustión interna, aquéll@s que puedan trabajar físicamente (y los que saben aprovechar el poder de los animales de tiro y tracción) se verán nuevamente valorad@s por sus capacidades.
Las ciudades se enfrentan a grandes desafíos para readaptar su diseño a las nuevas circunstancias, ya que fueron establecidas bajo el supuesto que el abasto de energía y recursos seguirá en aumento, y poco se ha considerado su diminución a través del tiempo. Si bien representan un gran almacén de capacidades, información, capital social y humano, recursos y materiales de alto valor, los problemas económicos y energéticos combinados con la demanda de mano de obra en las zonas rurales, pueden hacer revertir la tendencia general hacia la urbanización, predominante durante las últimas décadas.
Aparentemente, los retos mayores para las sociedades humanas en esta transición, no son técnicos, políticos, económicos o de infraestructura (aunque estos también son enormes), sino sobre todo culturales. No pocos ubicamos la narrativa cultural del crecimiento perpetuo en el centro del drama humano. Necesitamos un nuevo marco de principios éticos y de diseño, que nos ayude a pensar diferente, para poder actuar diferente.
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Ilustración 23: “Permaculture Designers Manual” – el Magnum Opus de Bill Mollison, publicado en 1988
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Permacultura es uno de los conceptos que buscan dar respuesta positiva a la crisis ecológica, social y cultural que estamos viviendo. Fue articulado por primera vez en los años 70’s por los australianos Bill Mollison y David Holmgren. El primer libro publicado en referencia a este concepto (22), fue recibido con entusiasmo por la contracultura alternativa. También algunos paisajistas, arquitectos y ecólogos se sintieron atraídos por sus principios. Gracias al incansable protagonismo inicial de Bill Mollison, y la publicación de su enciclopédico “Permacultura – Manual para Diseñadores” en 1988 (23), un número creciente de practicantes, desarrolladores, diseñadores e instructores pusieron en práctica las propuestas, probándolas en cientos de proyectos en diferentes climas y contextos culturales en todo el mundo.
Durante los años 80, el concepto originalmente agro-ecológico, se convirtió en unafilosofía holística y en una ciencia de diseño para la creación de asentamientos humanos en armonía con el entorno natural en el sentido de una cultura permanente. En la década de los noventa, acción y pensamiento permacultural se diseminó exponencialmente a través de los movimientos sociales y hoy en día se reconocen proyectos, organizaciones e individuos, vinculados y/o inspirados por la permacultura, en más de 120 países del mundo. Sus principios se aplican en muchas disciplinas distintas, desde la arquitectura, la planeación urbana y regional, proyectos de regeneración y restauración, sistemas de producción regional, hasta la economía cooperativa, el trabajo social y comunitario. Muchos de estos proyectos y actividades, se han desarrollado sin apoyo y al margen de instituciones, gobiernos o corporaciones, buscando transformar la sociedad y la cultura de abajo hacia arriba.
Ilustración 24: Poderosa rearticulación de los principios de diseño: “Permacultura – Principios y senderos mas allá de la sustentabilidad” David Holmgren (2002) – español 2012 Ediciones Kraicron, Buenos Aires (Argentina)
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Un enfoque conceptual renovado, ofrecido por David Holmgren en su libro “Permacultura – Principios y senderos más allá de la Sustentabilidad” (24) propone a la permacultura como una respuesta de diseño, basada en principios éticos y ecológicos, para actuar creativamente ante las crisis gemelas de la sociedad industrial de crecimiento: la crisis ecológica (cambio climático y otros) y la crisis energética y de recursos.
Además del desarrollo de habilidades y conocimientos prácticos, fundamentales para aprender a interactuar productivamente y de manera regenerativa con los ecosistemas (se expresa en ámbitos como eco-construcción, agricultura orgánica, agroforestería, ecotécnias, huertos intensivos y urbanos, iniciativas de transición, y otros), también se profundiza en el desarrollo del “pensamiento de diseño” y nuevas metodologías para la organización social y la toma de decisiones. El enfoque integrador, que busca entender las conexiones entre los elementos, trascendiendo disciplinas y especialidades, tiene un apoyo firme en ciencias de vanguardia como la biocibernética, la ecología de sistemas, la historia ecológica y la ecología profunda.
El Pensamiento sistémico y la acción motivada por este, busca superar de una manera consciente el procedimiento lineal-causal todavía predominante, cuyas consecuencias destructivas están hoy cada vez más visibles para todos: el pensamiento reduccionista y fragmentado y la acción lineal-causal informada por este, no pueden solucionar nuestros problemas, solamente pueden trasladarlos en el tiempo y espacio. Por la tendencia a implementar solamente correcciones sintomáticas, produce constantemente nuevos problemas muchas veces mayores a los anteriores. El concepto libre de ideologías de la permacultura se abre tanto a los nuevos conocimientos y tecnologías, como a los conocimientos “antiguos”, milenarios, de todas las culturas, y apoya su fusión creativa en innovadoras estrategias de diseño.
Ilustración 25: Espiral de hierbas conecptualizada por David Holmgren
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Resiliencia es la capacidad de un sistema para absorber choques o disturbios de origen externo, manteniendo su estructura, integridad y funciones esenciales. El concepto se conoce en campos académicos tan distintos como psicología, diseño industrial y ecología. Cada vez más se aplica a otros sistemas, como los sociales, políticos y económicos.
Desarrollar sistemas robustos y resilientes, es una de las metas principales del diseño ecológico informado por principios de permacultura.
Los sistemas de escala manejados por corporaciones transnacionales, como los que actualmente dominan la producción de alimentos, tienen una resiliencia muy baja frente a los desafíos más importantes con las cuales la humanidad tendrá que lidiar durante las décadas y siglos que vienen: cambio climático y crisis de recursos.
Muchas estrategias que se proponen desde la permacultura y otras filosofías relacionadas, buscan aumentar esta capacidad de respuesta, comenzando al nivel individual y familiar, para luego proceder al ámbito de la comunidad y quizás más allá. Revisamos algunas a continuación-
Para asegurar la producción de alimentos a nivel local, menos dependiente de los grandes sistemas corporativos, podemos comenzar en casa (25): Históricamente, los huertos familiares, intensamente cultivados, allí donde vive la gente, han sido de gran importancia para la producción de alimentos. La palabra clave aquí es “relocalización”. Mientras más cerca, mas poder e influencia tenemos nosotros, para hacer cambios y mejorar la situación, de esta manera empoderarnos a nosotros y a nuestra comunidad.
Ilustración 24: Huerto Romita, en la ciudad de México – uno de los proyectos pioneros de agricultura Urbana en la Coidad de México – http://www.huertoromita.com –
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Para el diseño y establecimiento de hortalizas a escala pequeña, familiar, y de vecindad, existen ahora muchas técnicas y metodologías diferentes, una de las mas conocidas es el “cultivo biointensivo” (26). También se ha experimentado exitosamente con organo-hidroponia (a veces asociado al acuacultura y cultivo de peces)(27), cultivos verticales, hortalizas en bancales/ macetas/ cajas/ bolsas,”azoteas verdes”…
En México, el interés por la agricultura urbana ha crecido exponencialmente durante la última década (28). Entre todas las soluciones que actualmente se manejan para el cultivo de alimentos en las ciudades, se proponen algunos métodos caros y/o técnicamente complejos – si las analizamos bien, resulta que muchas veces tienen un rendimiento neto energético negativo. En otras ocasiones, la tecnología empleada no es controlada por la gente, por lo cual se vuelven a crear nuevas dependencias a tecnologías y empresas, que no están al alcance de los usuarios. (29)
Ilustración 25: Bosque Comestible tradicional en La Chinantla, Oaxaca, México – Foto del Autor, tomada en 2014
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Bosques Comestibles (30) –
El establecimiento de bosques comestibles es una práctica ancestral, al mismo tiempo representa una manera radicalmente novedosa, pos-moderna, para interactuar con los paisajes que nos rodean, y el mundo donde vivimos. Tomando la naturaleza como nuestro modelo, podemos ubicar una diversidad de plantas útiles juntas en asociaciones mutuamente benéficas, las cuales, una vez establecidas, en buena medida se auto -mantienen.
Un pionero del concepto de los “forest gardens” para climas templados, fue el inglés Robert Hart. Obtuvo su inspiración para desarrollar este concepto, durante los años setenta, al leer en la revista Mother Earth Review una descripción de un traspatio mexicano(31): el aguacate (árbol grande), el limón (árbol pequeño), chayote (trepadora), chile, jitomate, nopal, perejil, cilantro, ajo y cebolla… – todo creciendo junto en un espacio de pocos metros cuadrados. Hasta hace muy poco tiempo, era el paisaje típico que rodeaba las casas y aldeas en México, tanto urbanos como rurales, pero en las últimas décadas ha ido desapareciendo como consecuencia de la modernidad.
Ilustración 26: Bosque Comestibe emergente en la Granja Tierramor, 2012
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Ilustración 26: Bosque Comestibe emergente en la Coopèrativa Las Cañadas, Huatusco, Veracruz, 2009
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La propuesta de estos ecosistemas agro-productivos se centra en replicar la “arquitectura” de un bosque secundario, seleccionando especies que juntos producen una abundante diversidad de comida, fibra y otras cosechas útiles en espacios reducidos, ocupando diferentes niveles verticales. La meta es establecer un policultivo perenne, que con el tiempo evolucione hacia un paisaje lleno de especies comestibles. A diferencia de la agricultura, donde el énfasis es por lo general el monocultivo con plantas anuales, aquí buscamos especies que dan durante más de un año (y a veces hasta por décadas). A diferencia de una huerta convencional, hay poca necesidad para excavar, des-hierbar o controlar las plagas. Las especies se seleccionan por sus efectos benéficos, creando un ecosistema sano que puede ser mantenido con relativamente poco trabajo, evolucionando año tras año.
Para que sean realmente productivos, estos buertos tienen que ser cuidadosamente diseñados, para hacer máximo uso del espacio vertical. Pueden incluir árboles frutales y maderables, arbustos & plantas medicinales, cultivos anuales , leguminosas y otras especies para construir la fertilidad de los suelos. También se dejan claros para sembrar algunas especies anuales y/o granos.
En zonas calientes y tropicales, donde la mayor parte de la fertilidad está almacenada en la biomasa, estos sistemas, bien diseñados, son una forma inteligente y sostenible para manejar agro-ecosistemas productivamente a largo plazo.
Desde principios del mes de marzo 2014, en tierramor.org estamos publicando este texto, un párrafo a la vez. El próximo comentario, la segunda entrega de “Hacia una (agri-)cultura regenerativa y resiliente”, tratará los temas: Balance Nutricional – El ABC de la Agricultura Orgánica – Diseño Hidrológico Keyline; sale al ciberespacio el día viernes, 30 de Mayo 2014
CONTENIDO
próximos capítulos por publicar:
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XI. Economía: administrar la casa |
XII. El Poder de la Comunidad |
XIII. Ecología profunda |
(1) – ver página http://ecopractica.org.ar, o bajar la publicación desde: http://issuu.com/ecopractica/docs/ecopractica_5_-_energ_a?e=2956176/1986274
(3) – Un buen resumen se puede consultar en David R. Montgomery: “Dirt – The Erosion of Civilizations” 2007. University Of California Press.
(4) – Jared Diamond: “Collapse – How societies chose to fail or succeed” 2005, Viking, Pinguin Books, New York, inglés, alemán, y otros idiomas – en español: “Colapso, Por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen”. Madrid, Debate, 2006, 854 pp.
(6) – Rappaport, R: “The Flow of Energy In An Agricultural Society” in “Biology and Culture in Modern Perspective – Readings From Scientific American” W.H. Freeman, 1972, revisado en David Holmgren: Natural Gardening And Intensive Biological Gardening: Strategies For Sustainable Garden Agriculture” (“Horticultura Natural Y Horticultura Biológica Intensiva: Estrategias Para Una Agricultura De Huerto Sustentable”) Collected Writings & Presentations 1978-2006, Artículo Nueve
(7) – Una interesante y muy legible recopilación de esta historia está en Charles Mann: “1491 – New Revelations Of The Americas before Columbus”, capítulo 9; Otro recuento, un tanto más dramático, podemos encontrar en Albert Bates “The Biochar Solution – Carbon Farming and Climate Change” 2010, New Society Publishers
(8) – “Ecological Imperialism – The Biological Expansion of Europe” Alfred W. Crosby, 1986, Cambridge University Press, inglés; en español: “Imperialismo ecológico. La expansión biológica de Europa”, 900-1900, Madrid, Crítica, 1988.
(9) – Alfred W. Crosby “The Colombian Exchange – Biological and d Cultural Consequences of 1492”, 1972, 30th anniversary edition 2003 Praeger Publishers www.praeger.com, inglés – Edición en español: “El intercambio transoceánico: consecuencias biológicas y culturales a partir de 1492”, México, UNAM, 1991, 270 p.; Ver también: “Guns, Germs and Steel” de Jared Diamond, 1999, W.W.Norton & Companyn, inglés, edición en español “Armas, Gérmenes Y Acero – La Sociedad Humana y sus Destinos” (Editorial Debate, 1998)
(10) – Para un interesante acercamiento al manejo de la tierra pre-hispánico, desde una perspectiva permacultural, ver Artículo “México Prehispanico – Antecedentes de Diseños en Permacultura” por Igor Ishi Rubio Cisneros y Gerardo González Garibay – http://www.permacultura.org.mx/es/reporte/mexico-prehispanico-antecedentes-de-disenos-en-permacultura/? – Reporte (accedido 27 de Marzo 2014)
(11) – K.M. De Walt: “Nutritional Stategies and Agricultural Changes in a Mexican Community”, 1983, Ann Arbor: Univeristy of Michigan
(12) – Eduardo García-Frapolli, Víctor M. Toledo, Joan Martínez-Alier: “Apropiación de la Naturaleza por una Comunidad Maya Yucateca: Un Análisis Económico-Ecológico”, en Revista Iberoamericana de Economía Ecológica Vol. 7: 27-42, Copyright © 2008 de los autores. Publicado bajo licencia de Redibec URL: http://www.redibec.org/IVO/rev7_02.pdf
(13) Según el educador Richard Heinberg, un galón (4 litros) de gasolina, son el equivalente energético de seis semanas de trabajo de una persona, trabajando durante 12 horas diarias. (“Powerdown- Options and Actions for a Post-Carbon World” Richard Heinberg, 2005, New Society Publishers, ingles)
(14) “Panes de Piedra – fertilización mineral en la agricultura orgánica” – Julius Hensel, 1898, trad. por Jairo Restrepo Rivera, Sebastiao Pinheiro, Hans Landgraf, ed. Instituto estatal de Ecología, Edo. de Oaxaca 2004 y 2007, español
(15) Por ejemplo: J. Russell Smith: “Tree Crops . A Permanent Agricuture”, 1929, Harcourt, Brace and Company, New York, EEUU, inglés
(16) Esta historia se investiga en: J.R. McNeill, “Something New Under the Sun” – An Environmental History of the Twentieth-Century World, 2000, W.W.Norton & Company Inc., ingles
(17) Meadows, D.H., Meadows, D.L., Randers, J. and Behrens III, W.W. (1972). “The limits to growth”. (Universe Books, New York).
(18) “Tree Crops – A Permanent Agriculture” de J. Russell Smith, publicado en 1929, por lo general se menciona como obra pionera y fundamental en relación con una agricultura basada en árboles y especies perennes
(19)Pemex admitió un declive anual en la producción petrolera de 9%, en diciembre de 2008; otros datos mas recientes: “México, con el mayor declive de AL en producción de crudo: Cepal” en el diario de “La Jornada” del 22. de Julio 2013 – http://www.jornada.unam.mx/2013/07/22/economia/019n1eco (accedido: 27 de Abril 2014)
(20) Estudios de rendimiento neto energético (EMERGY) señalan que en el esquema de la agricultura industrial se necesitan entre 7 y 10 calorías de combustibles fósiles, para producir una caloría de alimentos. Este déficit solo se puede sostener por la disponibilidad de petróleo barato, ya que normalmente, la actividad agrícola debería de resultar en una ganancia neta de energía para los sistemas humanos, quienes de otra manera nos moriríamos de hambre.
(21) Para investigar más acerca de la conexión entre la saludo del suelo y la complejidad de las civilizaciones humanas, se recomienda revisar también: Hamaker, John D. & Donald Weaver. “The Survival of Civilization”. Hamaker-Weaver Publishers: Michigan/California, 1982. Special PDF edition prepared by Weaver for the www, 2002; bajar en http://www.soilandhealth.org/01aglibrary/010146tsoc.pdf
Mitchell, Elyne. “Soil And Civilization”. Sydney: Angus & Robertson, 1946.(se puede bajar en http://www.soilandhealth.org/)
Dale, Tom and Veron Gill Carter: “Topsoil and Civilization”. Norman, Oklahoma, University of Oklahoma Press, 1955.(también bajar en http://www.soilandhealth.org/ )
David R. Montgomery, “Dirt – The Erosion of Civilization”, 2007, University of California Press
(22) Bill Mollison y David Holmgren: “Permaculture One“, 1978, Corgi Press, Australia, inglés.
(23) Bill Mollison: “Permaculture – A Designers´ Manual”, 1988, Tagari, inglés.
(24) David Holmgren, “Principles and pathways beyond sustainability“, Holmgren Design Services, 2002 – en español: “Permacultura: Principios y Senderos mas allña de la sustentabilidad”, 2013, Ediciones Kaicron, Buenos Aires, Argentina
(25) Me refiero a interpretaciones de la permacultura “clásica” como sistema de diseño para hortalizas y jardines, desarrollada en libros como “Introducción a la Permacultura” de Bill Mollison y “Gaia´s Garden” de Toby Hemenway
(26) “Cultivo Biointensivo de Alimentos” de John Jeavons (1974, 1982, 1990, 1991, 1995, 2001, 2002 por Ecology Action of the Midpeninsula, www.growbiointensive.org, EEUU) en México el libro es distribuido por el proyecto agroecológico Las Cañadas, Huatusco, Veracruz, http://www.bosquedeniebla.com.mx; Un buen manual introductorio en español acerca del cultivo biointensivo se puede bajar en internet: http://www.tierramor.org/PDF-Docs/ManualHuertoBiointensivo.pdf )
(27)Un diseño interesante fue desarrollado en Cuba: http://today-pdf.net/organo-hidroponia-cubana.pdf-id932751 (accedido el 16 de Mayo 2014) –
(28) Algunas iniciativas urbanas en México: Huerto Romita (http://www.huertoromita.com) – Cultiva Ciudad (http://cultivaciudad.com) – en Queretaro: Ruta Ahumsa (http://rutaahimsa.org) – ver también: sección de enlaces en tierramor.org: http://www.tierramor.org/links/Links.htm#permamex, y el directorio de proyectos de Permacultura México: http://www.permacultura.org.mx/es/directorio/
(29) Por ejemplo: Muchos sistemas de hidroponia, dependen de de bombeo electrico, sustratos especiales, fertilizantes y minerales solubles.
(30) “Bosque comestible” es un concepto para el diseño de ecosistemas agro-productivos, que se inspiran en la arquitectura de un bosque secundario, para producir una abundante diversidad de comida en espacios reducidos. Es una ampliación y profundización del concepto de agroforestería. Las bases filosóficas las sentó el inglés Robert Hart (“Forest Gardening” Green Books, Inglaterra, 1991.), inspirado por la descripción de un traspatio tradicional mexicano. Más tarde el concepto fue refinado por su co-nacional Patrick Whitefield (“How To Make A Forest Garden”, 1996, Permanent Publications, Inglaterra). David Jacke y Eric Toensmeier nos dan una idea de la evolución que ha experimentado el concepto gracias a la experimentación de muchos entusiastas, en su magna obra de dos volúmenes, titulada “Edible Forest Garden” (2005, Celsea Green Publishing). Más recientemente, Martin Crawford profundiza aun más en la temática, en su excelente “Creating a Forest Garden – Working with Nature to grow edible crops” (2010, Chelsea Green/ Green Books).
(31) Asi lo dice en su libro “Forest Gardening” (Green Books, Inglaterra, 1991), en la página 5.