Aqui publicamos la transcripción de una entrevista con Holger, realizada por Alejandro Bravo en Noviembre 2012 durante el Consejo de Visiones "El Llamado de las Estrellas", en Chalmita, Edo de México.
A partir de esta entrevista, se redactó un artículo, publicado en otoño 2013 en la Revista Mali (http://malilarevista.com/) #3, de Malinalco, México. El temario fue amplio y variado, comenzando con mi propia biografia, nuestro proyecto familiar, pasando por los "grandes temas" como cambio climático, crisis ecológica, pico del petróleo, descenso energético, sus consecuencias para economía y sociedad, hasta llegar a temas como permacultura, transición, y la importancia de la responsabilidad y acción personal.
AQUI se puede bajar el revista completa, donde aparece el artículo (a partir de la página 18)
Mali La Revista: Holger, ¿por qué no empiezas diciéndonos quién eres y dónde estás viviendo y después nos platicas sobre el descenso energético?
Holger: Soy Holger, nací en 1968, me crié en un pueblito rural en el sur-oeste de Alemania. En 1990 me fui a vivir a una ecoaldea en el norte de España, donde escuché por primera vez acerca de un concepto de diseño de sistemas ecológicos llamado permacultura. Desde entonces, me he formado en los diferentes aspectos de esta disciplina integradora, a través de cursos, mentores, el trabajo voluntario en proyectos, y la puesta en practica en los lugares donde me a tocado vivir. Llegué a México en 1993. Quedé asombrado con la diversidad de climas, paisajes, ecosistemas, culturas. Ví que había mucho por aprender aquí, hice muchos amigos, conocí a mi compañera de vida Marina. Desde entonces vivo y trabajo en México.
En 2002 comenzamos a desarrollar, una pequeña granja ecológica ubicada en un pueblo a orillas del Lago de Pátzcuaro, Michoacán. Vivimos en una casa hecha con materiales locales y renovables. Adobe, tierra, paja, arena, piedra, madera, tejas de barro… Captamos aguas pluviales para almacenarlas en cisternas, transformamos en recursos lo que algunos llaman “desechos” (como por ejemplo los residuos orgánicos y las aguas grises y negras). Mantenemos un sistema diverso con hortalizas, árboles frutales, plantas medicinales, gallinas y patos, y mucho más. Desde hace 6 años, colaboramos con una familia campesina local en la producción orgánica de maíz, frijol, calabaza…
Dedicamos una parte de nuestro tiempo para mantener el sistema de la granjita familiar, produciendo frutas, verduras, granos, semillas, plantas medicinales/ aromáticas y sus subproductos. Otra parte de nuestra energía se dirige a la investigación y profundización de nuestros conocimientos y habilidades relacionad@s con lo que llamamos “Vida Holística”. Compartimos lo que hemos aprendido en el camino de la transición a través de conferencias, talleres, cursos, seminarios o en consultas, asesorías y servicios de diseño de sistemas ecológicos.
MLR: ¿Qué dio origen al proyecto familiar que tienes en Pátzcuaro?
Granja Tierramor en Noviembre 2012
|
Holger: Fueron las ganas de poner en práctica lo que habíamos investigado y aprendido a lo largo de los años, estudiando disciplinas integradoras como permacultura, agricultura orgánica, restauración ecológica, facilitacion de procesos grupales,salud holística, y asuntos relacionados. Durante muchos años, me había dedicado a establecer sistemas ecológicos en casas que rentaba, o en proyectos que otras personas y grupos habían gestionado. Diseñé huertos familiares, sistemas de captación, almacenamiento y tratamiento de agua, colaboré en hortalizas escolares, ecoaldeas, en la construcción de casas ecológicas, en proyectos de desarrollo sostenible en comunidades rurales de México.
Cuando nació nuestro hijo mas pequeño (en 2001), mi compañera y yo sentimos que era tiempo de “hechar raíces”, y esto coincidió con la posibilidad de hacernos guardianes de una pequeña tierra, que ofrecía las condiciones para establecer allí una mini-granja familiar. En este proyecto buscamos dar vida a los principios éticos y de diseño de la permacultura.
Estoy convencido que es posible vivir una vida plena , consumiendo una pequeña fracción de los recursos y energía, comparado con lo que actualmente necesita mucha gente para vivir lo que se considera una “vida digna”. Al mismo tiempo, podemos regenerar ecosistemas sanos, diversos y productivos, dejando la tierra en mejores condiciones que cuando la encontramos, en vez de seguir destruyendo nuestro capital natural como sucede con la forma habitual de hacer las cosas. Es cuestión de diseño, y de los principios que aplicamos, esto implica una nueva forma de hacer las cosas.
En los más de quince años desde que comencé a dar cursos en permacultura y eco-diseño, me he dado cuenta que lo que más convence no son las palabras sino el ejemplo. Mas que pretender ser un modelo, vemos el proceso de la "Granja Tierramor" como uno más de muchos, que los individuos, familias y comunidades están desarrollando en la actualidad, para transformarse de consumidores pasivos y dependientes a ciudadanos activos, in(ter)dependientes, creativos y productivos, reconstruyendo suelos y (re)generando ecosistemas, creando capital natural para generaciones futuras. Podemos ser el cambio que queremos ver en el mundo.
MLR: Holger, mucha gente no tiene claro el concepto del descenso energético, del descenso de la producción del petróleo. Háblanos al respecto.
Holger: Como mucha gente, al principio no entendí la cuestión del petróleo como algo tan importante, me sentía distante del tema. Muchos activistas en torno a la ecología, consideramos el petroleo como algo “malo” y “sucio”, pues causa el cambio climático y todo tipo de contaminación. Si bien todo esto es cierto, a menudo nos olvidamos que el sistema al cual pertenecemos depende absolutamente de los combustibles fósiles.
Hace cinco o seis años, comencé a entender el componente energético en la expresión de los sistemas naturales y humanos, estudiando una disciplina llamada ecología de sistemas. El termino “descenso energético” fue acuñado por el ecólogo estadounidense Howard T. Odum, y describe una fase del comportamiento de todos los ecosistemas. Estos pasan en su camino evolutivo por diferentes fases de desarrollo: A una fase llamada “crecimiento”, sigue una denominada “clímax y transición”, seguido por la fase de “descenso energético” y después un periodo de “restauración con poca energía”, para luego eventualmente iniciar otro ciclo de crecimiento. Todos los sistemas pasan todo el tiempo por estas fases de desarrollo, aunque su tamaño, alcance y duración, varía mucho en dependiendo de la energía que los alimenta. El patrón se refleja, por ejemplo, en el comportamiento de los microbios en una composta, o en la levadura de un vino o una masa de pan. También lo podemos observar en el trascurso de un día (amanecer, mediodía, atardecer, noche), en las cuatro estaciones, en el ciclo de vida de un ser humano (o cualquier otro ser vivo), y también en el desarrollo de las civilizaciones.
A partir del inicio de la revolución industrial, hace aproximadamente 300 años, las sociedades humanas entraron en una etapa de crecimiento asombroso, apoyándose en tres combustibles fósiles: Primero carbón, y luego petróleo y gas. Estos combustibles son muy poderosos, pues representan la energía solar almacenada durante millones de años a través de la fotosíntesis, concentrada por complejos procesos geológicos. Por ejemplo, un galón de gasolina equivale energéticamente a seis semanas de trabajo de una persona. Si no lo crees, pues intenta empujar tu coche la distancia que recorre con un galón de gasolina, el cual podemos comprar ahora por 40 o 50 pesos en cualquier gasolinera; Con esta inversión, se puede comprar el equivalente energético de seis semanas de trabajo de una persona que labora de sol a sol. Estos son los “esclavos energéticos” que apoyan a nuestra forma de vivir. Actualmente, el mundo necesita más de 70 millones de barriles de petroleo cada día, para funcionar como bien o mal lo está haciendo ahora. Combustibles fósiles son la “pócima mágica” que hicieron posible la sociedad industrial de crecimiento. Permitieron un aumento espectacular en tamaño, complejidad y sofisticación de las sociedades, pero son al fin de cuentas un recurso no renovable a escala humana.
En los años cincuenta, geólogos petroleros descubrieron, que los campos petrolíferos y su explotación siguen un patrón: Al inicio de la explotación, el petróleo fluye lentamente, en poca cantidad; después, su extracción comienza a aumentar hasta llegar a un punto máximo, mas adelante la producción entra en declive, como lo muestra la curva de Gauss. Este concepto puede aplicarse a uno solo yacimiento petrolífero, a una nación productora de petróleo y también al mundo entero. México, por ejemplo, experimentó su máximo histórico en la extracción de petróleo (llamado “Pico de petroleo”) entre 2003 y 2005, desde entonces su producción va en declive. Y el mundo entero alcanzó el cenit en extracción petrolera, en algún momento entre el año 2005 y el 2010, y la producción empezó a entrar en declive, algo que por ahora se busca compensar con la explotación de las capas profundas de petróleo en los mares, y otros emprendimientos de mucha complejidad tecnológica (incluyendo las grandes inversiones corporativas en las energías “renovables”, como solar, eólica y los “biocombustibles”).
Muchas personas depositan su esperanza en esos desarrollos. Sin embargo, extraer petróleo de 5,000 metros bajo del nivel del mar es tecnológicamente muy complejo, se necesita una enorme cantidad de energía para explotar esos depósitos y, obviamente, esto va a mermar lo que llamamos el rendimiento neto energético, la ganancia de energía, después de contabilizar la energía que se necesita para extraer-, producir y transportarla. Cuando la ganancia energética merme, se va a hacer sentir en la economía real, porque cada vez habrá menos energía disponible para hacer otras cosas, y gastaremos más energía para obtener energía. Existe una relación directa entre el crecimiento económico y el aumento de la extracción de recursos y energía de la tierra: el sistema económico predominante llamado capitalismo, evolucionó con el crecimiento industrial. Depende de una cantidad cada vez mayor de recursos y energía para funcionar.
MLR: ¿Cuánto tiempo de petróleo crees que nos queda?
Holger: Seguirá habiendo petróleo, probablemente por mucho tiempo. El pico por lo general ocurre, cuando se ha consumido aproximadamente la mitad de un recurso. El petróleo barato y abundante se está acabando. Los costos para extraer petroleo de la tierra aumentan. Esto es un gran desafío para el sistema económico, el cual depende de energía barata y abundante y flujos energéticos en aumento. Un ejemplo de esta relación pudimos ver en el año 2008, cuando inició la crisis financiera. Poca gente recuerda que, unas semanas antes, el precio del petróleo había llegado a casi 150 dólares por barril, debido al pico inminente en la producción mundial. Muchas personas estamos convencidas de que eso fue lo que desató al fin de cuentas el estallido de la burbuja especulativa. Después hubo una recesión económica y bajó la demanda de energía, por lo que el precio del petróleo cayó. Estamos observando mucha fluctuación de los precios; es posible que suba a otro máximo hasta que haya otra quiebra económica y el precio baje nuevamente.
El dinero no es una buena medida para valorar la base energética que nos está sosteniendo actualmente. No sólo para los políticos y financieros, sino también para la gente común, el dinero es el “energético” más importante en la actualidad; pero el dinero es una abstracción y eso hay que considerar en el contexto actual. Nunca nos vamos a quedar sin petróleo. Pero te aseguro, que una vez que gastamos un barril de petróleo para extraer un barril de petróleo, la producción se detendrá y el recurso se quedará allí para siempre.
MLR: ¿Qué problemas nos genera todo lo que gira en torno al petróleo?; porque, lo que veo es que la extracción del petróleo generó muchos problemas de los que no teníamos ni idea. Háblanos sobre lo que puede pasar con esos problemas cuando ya no tengamos que depender tanto de ese recurso.
Holger: Los desafíos para los sistemas establecidos, al tener cada vez menos energía en vez de más, son enormes. Pero también hay oportunidades que se esconden detrás de lo que generalmente vemos como “problemas”.
Los efectos del descenso energético, ya se están viendo en el ámbito económico. El sistema capitalista de corte neoliberal, está basado en la deuda, la deuda está atada al interés y depende del crecimiento económico para que se puedan pagar los intereses y las deudas que contrajimos en el pasado. En un escenario de descenso energético, no habrá crecimiento en la economía real, lo cual hará inviable el sistema capitalista globalizado. Este no tiene una “marcha atrás”, necesita crecer por su propia lógica, o colapsa. Este es el primer ámbito donde el descenso energético se está expresando actualmente, lo cual (para algunos) encierra obviamente una buena noticia: El sistema capitalista se va a acabar, tarde o temprano, lo cual representa una oportunidad para quienes estamos buscando establecer alternativas al sistema económico vigente.
Hay otros asuntos importantes, como las que se refieren nuestro sistema de producción de alimentos, el cual es sumamente dependiente del petróleo. Energéticamente hablando, la agricultura industrial basada en el esquema de la así llamada “revolución verde”, gasta entre 7 y 10 calorías de combustibles fósiles para producir una caloría de alimentos. Tenemos un gigantesco déficit energético en nuestro sistema de producción alimenticia, pues en su forma actual, la agricultura es consumidora neta de energía. Los fertilizantes químicos se obtienen con gas natural mediante el procedimiento Haber-Bosch, para sintetizar el nitrógeno del aire y convertirlo en polvo o líquido. Lo mismo aplica para la producción de los pesticidas y herbicidas, la maquinaria necesaria para labrar los campos, su siembra, fertilización, cosecha, almacenamiento, procesamiento y transporte de los productos e insumos. Tampoco el sistema de los transgénicos podría funcionar en esas condiciones, pues es igualmente dependiente de transporte, maquinaria e insumos. Tenemos un problema con la producción de alimentos, lo cual también encierra una gran oportunidad para quienes estamos buscando establecer sistemas de producción locales, basados en la agricultura orgánica y principios de permacultura. Estas formas de producción tendrán una ventaja competitiva frente a los sistemas de agricultura industrial, porque son más eficientes al nivel energético.
Las ciudades se enfrentan a problemas de diseño bastante complejos. Megaciudades, como la Ciudad de México, con 20 millones de habitantes y más, sólo se pueden dar al tener acceso a energía barata y abundante. El agua se tiene que traer desde lejos, generalmente ultilizando electricidad (producida con carbon o en en centrales termoeléctricas). Ciudades dependen de sistemas de transporte masivo de personas y productos, de alimentos y electricidad, por ahora importados casi en su totalidad desde el campo y tierras lejanas. Cualquier ciudad esta a tres días de una hambruna, porque si por alguna razón no pueden llegar los camiones para abastecer a los mercados con alimentos perecederos, en tres días las ciudades habrán agotado sus almacenes de comida. Pero también hay muchas oportunidades: Por ejemplo, en la Ciudad de México podemos observar un movimiento cada vez más fuerte de agricultura urbana a escala familiar, para producir frutas y verduras en azoteas, traspatios y terrenos baldíos. Esto se ha expresado también en proyectos a escala de barrio o delegación, como “Ecobarrios” o los “Azoteas Verdes”…
Ya nombré algunos desafíos, pero hay uno más fundamental: Nuestro sistema de creencias respecto a la manera como funciona el mundo, nuestros supuestos acerca de lo que nos aguarda el futuro. Tenemos dificultades al considerar el descenso energético como un escenario futuro posible para la humanidad. Todos hemos crecido en un mundo, donde los flujos de energía, y por ende la complejidad de nuestros sistemas tecnológicos y de soporte vital, aumentaba año tras año, y esto ha sido así por generaciones. Estamos inmersos en una narrativa cultural, que habla del crecimiento sin-fin como algo bueno, natural, inevitable, y no puede percibir que las cosas pueden irse a la otra dirección. Mucha gente confía que las nuevas tecnologías, como la energía solar y la eólica, pueden resolver el problema energético. Si bien son importantes para amortiguar los efectos del descenso y apoyar la transición, no tienen el mismo rendimiento neto energético como el petróleo. Hay mucha negación en torno al tema. Ahora aparecen los cuentos sobre las “energías libres”. En internet, podemos encontrar vídeos y páginas enteras que afirman que hay una conspiración de las compañías petroleras y de la elite global, quienes nos esconden novedosas tecnologías de “energía libre”.
MLR: ¿Qué soluciones podemos dar, como familias, pequeñas familias o individuos, no tanto como país, al descenso energético; o qué soluciones darías tú?
Holger: Quizás el primer paso es, aceptar el descenso energético como un posible escenario futuro. “El 70% del cambio es mental”. Tenemos que sustituir una narrativa cultural que nos habla de un crecimiento y “progreso” sinfín, a una que integra el decrecimiento en complejidad y sofisticación para los sistemas humanos, como un escenario posible, necesario, quizás inevitable. Una nueva historia que nos habla de humildad, mesura, y regeneración de nuestros sistemas de soporte vital, como suelos, agua, bosques, biodiversidad. No existen soluciones “físicas” a un problema como el declive de un recurso esencial no renovable; El primer paso es dejar a un lado la negación, darnos cuenta de que sí tenemos un gran desafío por delante, el cual muy probablemente no sea resuelto por el gobierno, instituciones u otras instancias “superiores”. No creo que podemos esperar mucho apoyo de estos “grandes” sistemas.
En ese sentido, la pregunta va por buen camino: ¿Qué podemos hacer como familias y comunidades?; Porque, a esta escala, se abren enormes posibilidades para cada uno de nosotros. Realmente, creo una vez aceptado lo anterior, hay mucho que se puede hacer para actuar de manera creativa ante este “Gran Cambio”.
Muchos dependemos en la actualidad de sistemas grandes que no controlamos: Estabilidad macro-económica, empleo, supermercados, acceso a alimentos, energía, electricidad y servicios. Por ejemplo: Para tener agua en la ciudad de México, dependemos de una infraestructura gigantesca, la cual a su vez depende de la electricidad y tecnología compleja, y de patrones climáticos estables, algo que tampoco tenemos garantizado en el futuro. Una vez que comprendamos esas dependencias, nos damos cuenta de que no podemos influir mucho a esta escala, pero sí podemos influir en el rediseño nuestra casa y, por ejemplo, captar y almacenar agua de lluvia en nuestra casa. Para esto, no tenemos que esperar hasta que las cosas se ponen difíciles. Ya desde ahora, esto nos puede traer un beneficio, y a su vez nos hace más resilientes ante los desafíos del futuro.
Resiliencia es la capacidad de un sistema para absorber choques y disturbios de un sistema de orden/ escala superior, manteniendo su integridad y funciones básicas. Esta es la pregunta central: ¿Que podemos hacer, para hacer nuestros sistemas de apoyo vital progresivamente más resilientes frente desafíos de escala global?. La vieja lema ecologista “Pensar globalmente, actuar localmente”, tiene importancia aquí. Lo más inmediato y posible es repensar nuestra vida, y re-diseñar poco a poco la forma como trabajamos, comemos, nos movemos, producimos, consumimos, nos organizamos y relacionamos… – La producción alimenticia a escala pequeña en el lugar donde vivimos, es algo que se puede empezar desde ahora y con eso se quitaría una pesada carga a nuestro sistema de producción a gran escala. Otro ámbito central es la reconstrucción de nuestras comunidades, para empoderarnos en estos tiempos de gran incertidumbre.
Como individuos, familias y comunidades, tenemos que encontrar vías para salirnos progresivamente de la economía basada en el dinero: Recomiendo deshacerse de deudas, créditos bancarios y tarjetas de crédito, instalar y/o apoyar sistemas de economía alternativas e informales, como trueque, monedas locales y otros sistemas que no dependan de las monedas nacionales y la estabilidad macro-económica. Siempre es bueno aprender habilidades prácticas de todo tipo (agricultura, mecánica, carpintería, herrería…), y formarse en disciplinas como Permacultura, diseño ecológico, manejo de ecotécnias, agricultura orgánica, procesos comunitarios, resolución de conflictos, salud natural, para nombrar solamente algunas.
MLR: Háblanos un poco del concepto de permacultura, ¿qué significa?
Taller de permacultura durante el Consejo de Visiones 2012
|
Holger: Permacultura significa cosas diferentes para la gente. Lo resumo en cuatro definiciones que para mí tienen importancia: Primero, es un sistema de diseño que busca actuar creativa- y productivamente con la naturaleza y desarrollar una cultura regenerativa; Segundo, se basa en principios éticos y ecológicos que son universales, pero dependiendo del lugar y el contexto cultural y climático, adoptan formas muy diferentes para manifestarse; Tercero, permacultura también es una red y un movimiento internacional de practicantes, diseñadores y organizaciones, presente en más de 120 países, sin mucho apoyo por parte de gobiernos, instituciones o corporaciones. El activismo viene de abajo, de personas que se sintieron atraídas por este concepto, tomaron cursos y empezaron a practicar; incluso hay muchísima gente en el mundo, que hace permacultura sin llamarlo así o ni siquiera conocer la palabra. Por último, permacultura es una respuesta creativa a la crisis ambiental y social que estamos viviendo.Es una propuesta en vez de la protesta, nos ocupamos más en crear el mundo que queremos, en lugar de oponernos al mundo que no queremos.
MLR: Por ultimo, ¿has escuchado el concepto de sociedad en transición?; y, si lo has escuchado, háblanos un poco de dónde estamos a ese respecto.
Holger: El concepto de Transición es una aplicación social de la permacultura. Se originó en Inglaterra e Irlanda, a partir del año 2005; La idea ha inspirada a cientos de iniciativas, en Inglaterra, Estados Unidos, Japón, Australia, Brasil, India, Nueva Zelanda….También aquí en México hay iniciativas de Transición, en ciudades como Querétaro y Ensenada. Se trata de re-diseñar y reorganizar nuestras comunidades mediante acciones positivas dirigidas a aumentar su resiliencia/ capacidad de respuesta, frente a desafíos sistémicos como cambio climático y descenso energético. Las iniciativas se expresan en ámbitos muy diversos. Generalmente comienzan con eventos informativos u educativos, como encuentros de cine-debate, pronto se busca crear resultados visibles, como la siembra de huertos, arboles frutales/ bosques comestibles en los parques, terrenos baldíos y azoteas, construir sistemas de captación de agua, establecer sistemas de economía alternativa como monedas locales, para fomentar la producción y el comercio local y justo, proyectos de agricultura orgánica y a pequeña escala… Parece que la idea realmente toca un nervio, una inquietud de muchas personas que se sienten desposeídas por los grandes sistemas políticos y financieros. Ofrece una oportunidad para que las personas puedan participar directamente en algo positivo en beneficio de su comunidad.
El encuentro que tiene lugar aquí ahora, el Consejo de Visiones, a su vez también puede ser visto como un evento para apoyar la transición: Una ecoaldea temporal donde buscamos dar vida a todos esos nuevos conceptos, ideas y propuestas que andan circulando. Por una parte, durante una semana sirve para darnos una idea de como puede funcionar una sociedad de bajo consumo energético, una sociedad regenerativa; y, por otra parte, también sirve para convocar a personas de todo México, y otros países de América y Europa. Así se tejen las redes, se generan interconexiones muy interesantes entre diferentes personas que, a su vez, aportan para que cada quien se lleve a casa una buena dosis de inspiración, algo muy necesario en estos tiempos.